En su ya clásico ensayo de 1983 Hacia un regionalismo crítico: seis puntos para una arquitectura de resistencia, Kenneth Frampton analizaba un enfoque alternativo de la arquitectura, definido por el clima, la topografía y la tectónica, como una forma de resistencia a la ubicación de la arquitectura moderna y a la ornamentación gratuita del posmodernismo. Como actitud arquitectónica, el regionalismo crítico propuso una arquitectura que abarcara las influencias globales, pero que estuviera firmemente arraigada en su contexto. A continuación se explora el valor y la contribución de las ideas de Frampton para la arquitectura contemporánea.
El regionalismo crítico, un concepto arquitectónico influyente, surgió en el contexto de la primera Bienal de Arquitectura de Venecia de 1980, con curaduría de Paolo Portoghesi y titulada The Presence of The Past. Esta edición de la Bienal trató de descubrir las direcciones de la práctica después del modernismo y, a través de su Strada Novissima, catalizó la internacionalización del posmodernismo. Siendo parte del equipo curatorial, Kenneth Frampton, discrepó de esta interpretación más bien mimética de la herencia cultural, argumentando que hay una forma diferente de que la arquitectura supere el modernismo sin volver al lenguaje arquitectónico del pasado. Su contrapropuesta llegó a definirse como regionalismo crítico.
¿Qué es el regionalismo crítico?
Acuñado por primera vez por los teóricos de la arquitectura Alexander Tzonis y Liane Lefaivre a principios de la década de 1980, el término regionalismo crítico fue utilizado por Frampton para definir una actitud de resistencia contra una arquitectura genérica y globalizada. No hay que confundirlo con el regionalismo -una arquitectura específica de una región concreta- o con una versión de lo vernáculo, el regionalismo crítico era una posición mediadora en la que la universalidad encontraba elementos derivados de las particularidades de un lugar, en lo que Frampton, como principal teórico del concepto, describía como "la idiosincrasia del lugar" que encontraba "su expresión sin caer en el sentimentalismo". Citando como ejemplos la obra de Alvar Aalto, Jørn Utzon o Álvaro Siza, y más tarde la de Louis Barragán o Carlos Ruis Villanueva, el texto de Frampton se dirigía también a poner en primer plano a los arquitectos de la periferia del sistema de starchitect.
"El regionalismo crítico", escribe Frampton en su ensayo, "implica necesariamente una relación dialéctica más directa con la naturaleza que la que permiten las tradiciones formales más abstractas de la arquitectura moderna de vanguardia". Como método, el regionalismo crítico aboga por una arquitectura que valore las cualidades del paisaje, en contraste con la superposición de la forma sobre la topografía existente. Al mismo tiempo, implica una relación recíproca entre el contexto y los nuevos objetos arquitectónicos y propone referencias a las definiciones locales del espacio, los límites, lo público y lo privado. Más que un collage posmoderno de elementos locales e influencias globales, el regionalismo crítico busca integrar cualidades como la luz y la tectónica en la estructura arquitectónica contemporánea. Además, promueve "una sensibilidad táctil", haciendo hincapié en el valor experiencial del lugar.
Su valor para la arquitectura contemporánea
Al definir un método, una actitud, el regionalismo crítico no ha llegado a definir una arquitectura concreta, ya que sus interpretaciones y exponentes varían mucho. Sin embargo, su valor radica en que destaca una práctica en la que la arquitectura se revincula al contexto y al lugar. Las ideas de Frampton sobre una arquitectura sensible a la tectónica, a la materialidad y a las particularidades de un lugar son igualmente válidas hoy en día. Varios arquitectos, como el estudio belga BC Architects & Studies, siguen encontrando el concepto relevante para su práctica, ya que proporciona un marco para mediar entre lo local y lo global, entre las referencias históricas y culturales y las estrategias de diseño contemporáneas. Lo que definió un nuevo enfoque en los años 80 está ahora plenamente integrado en la práctica de la arquitectura.
Al mismo tiempo, en un entorno cada vez más globalizado en el que la arquitectura parece volverse más uniforme, el regionalismo crítico sigue proporcionando un marco para formas sutiles de hacer referencia a lo local, no sólo como un acto de resistencia contra la mercantilización de la arquitectura, sino como un esfuerzo por crear una arquitectura más sostenible. El diseño bioclimático contemporáneo, el uso de materiales locales o de bajas emisiones de carbono son caminos hacia una práctica informada por el conocimiento local, y por tanto hacia una forma de regionalismo crítico.
Aunque los conceptos del regionalismo crítico se han convertido en una práctica habitual en las últimas décadas, su texto ha quedado relegado principalmente a la historia de la arquitectura. A la luz de las relecturas actuales de otros momentos históricos de la arquitectura, como el posmodernismo, esta revalorización del regionalismo crítico proporciona un marco para situar las actitudes contemporáneas dentro de la práctica de la arquitectura.
Referencias
- Kenneth Frampton, Towards a Critical Regionalism. Six Points for an Architecture of Resistance, 1983
- Avermaete, T., Patteeuw, V., & Szacka & Hans TeerdsLéa-Catherine, Revisiting Critical Regionalism, in OASE #103, Critical Regionalism. Revisited, 2019
- De Cooman, K. Beyond Critical Regionalism. Grey Zones and Radicality in Contemporary Practice, in OASE #103, Critical Regionalism. Revisited, 2019
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